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La Feria de las Flores de Medellín, que este año se celebró con éxito del 1 al 10 de agosto, es mucho más que un evento festivo; es un símbolo vivo del patrimonio cultural de nuestra región.

Con sus más de 68 años de historia, este festival anual no solo llena de color y alegría a la ciudad, sino que también desempeña un papel crucial en la preservación de tradiciones que nos definen como antioqueños.

En el corazón de la Feria reside el invaluable legado silletero, una tradición declarada patrimonio inmaterial de la nación.

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Ver a los silleteros, hombres y mujeres de la vereda de Santa Elena, cargar sobre sus espaldas sus impresionantes obras de arte floral, es un acto que nos recuerda la fuerza, la dedicación y la belleza de nuestras raíces campesinas.

Es un desfile que celebra el arte, la cultura y, sobre todo, la historia de un pueblo que se levanta sobre las flores.

Una feria que une a todos

La Feria es también un punto de encuentro que une a generaciones y a comunidades enteras.

Su variada y amplia programación, que incluye desde conciertos hasta exposiciones de orquídeas y tablados populares, crea un espacio inclusivo donde locales y turistas se reúnen para celebrar.

Es una oportunidad única para fortalecer los lazos sociales y para que nuestros estudiantes y familias se conecten con las costumbres que han pasado de generación en generación.

Preservar la Feria de las Flores es una responsabilidad de todos.

Es defender nuestra historia, valorar a los artistas silleteros y asegurar que las futuras generaciones sigan sintiendo el orgullo y la alegría que este evento trae a la ciudad.

Como comunidad educativa, debemos seguir fomentando el aprecio por estas tradiciones, enseñando a nuestros jóvenes que en cada pétalo, en cada desfile, y en cada melodía de la Feria, se encuentra la esencia de lo que somos.

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